División de la educación colonial
La división de los estudios durante el virreinato era: Primeras Letras, Estudios Menores y Estudios mayores. Era una división flexible que cuando se trataba de pasar de un nivel al otro, ponía énfasis en la habilidad del estudiante, tomando en cuenta que, entre la edad del discípulo y los niveles de aprendizaje, no había mayor relación. Para los Estudios Menores y Mayores, las clases se podían dictar tanto en la Universidad como en cualquier otra institución educativa.
Primeras letras
Eran ejercicios de lectura y escritura en castellano. Podían realizarse bajo la supervisión de un tutor particular, pero también en algunas escuela municipal o conventual.
Estudios menores
Estaban asociados al aprendizaje del latín y los conocimientos académicos se impartían en dicha lengua. Incluían la enseñanza de gramática, retórica y dialéctica. Durante la primera, los alumnos pasaban la mayor parte del día oyendo sus lecciones y ejercitándose en el latín. En la tarde debían repasar lo aprendido y preparar pequeños textos. Los mejores leían los sábados en actos públicos. Con el segundo curso, se pretendía perfeccionar el arte de la oratoria. Finalmente, el tercero debía servir para mejorar las composiciones de los alumnos.
Estudios mayores
Se estudiaba arte o filosofía aristotélica durante aproximadamente tres años. Concluidos estos, el alumno recibía el grado de bachiller en artes.
Era internados que funcionaban como vivienda para los estudiantes de la Universidad de San Marcos. Allí estas repasaban las lecciones aprendidas, bajo la supervisión de un tutor. Instituciones de este tipo eran: el colegio Real de San Felipe y San Marcos (vinculado a la Universidad de San Marcos), del colegio San Martín (a cargo de los jesuitas) y el Seminario de Santo Toribio de Mogrovejo. El que más destacó fue el colegio de San Martin. Creado en el siglo XVI por los jesuitas, pretendió favorecer a los estudiantes de filosofía. No obstante, pronto se convirtió en centro educativo de casi toda la aristocracia criolla limeña.
Los miembros de la élite indígena también tuvieron acceso a la educación. Para los curacas o caciques se crearon dos colegios: el del Cercado o del Príncipe en la ciudad de Lima y en el Cuzco, el colegio de San Francisco de Borja. Además, es importante señalar que varios de sus alumnos lograron graduarse como abogados, para el siglo XVIII, en la Universidad San Francisco Javier de Sucre (Bolivia).
El interés de los conquistadores por fundar en las nuevas tierras una universidad estuvo presente desde el comienzo. El cronista fray Antonio de la Calancha refiere que el propio Francisco Pizarro designó sitio para fundar dicho centro de estudios en 1535. Esta temprana preocupación dio su fruto en algunos años después, exactamente el 12 de mayo de 1551, cuando por Cédula emitida en Valladolid, se erige la Universidad de la Ciudad de los Reyes, bajo la curaduría del dominico fray Tomás de San Martín y el capitán don Jerónimo de Aliaga.
Dos años después se inauguran las clases en la Universidad; su primer rector fue fray Juan Bautista de la Roca. Los únicos cursos que se dictaban entonces eran Teología y Artes. Posteriormente, bajo la tutela de fray Domingo de Santo Tomás, se enseño quechua en la Universidad, aunque también había Primeras Letras (castellano) y Estudios Menores (latín).
Muchas reformas reformas experimento San Marcos durante la colonia. Las principales fueron en 1571, donde se especificaron los grados de bachillerato, licenciatura y maestría; las reformas impulsadas por el virrey Amat (siglo XVIII) a consecuencia de la expulsión de los jesuitas; y la encabezada por José Baquíjano y Carrillo (1783), que fracasó, aunque determinó cierta modernización de los cursos.
Comentarios
Publicar un comentario