El inicio de la explotación petrolera en 1972 trajo grandes expectativas para una economía que dependió durante toda su historia de materias primas. El petróleo, a diferencia del banano o el cacao, prometía un flujo de ingresos superior y constante. Durante el boom petrolero de los 70 el país alcanzó tasas de crecimiento de dos dígitos, pero la dependencia hacia el petróleo y los problemas asociados al boom, como un elevado gasto público, déficits fiscales y una mayor deuda externa pública y privada, consolidaron una estructura institucional cuyas consecuencias se sentirían en la dos siguientes décadas. El segundo boom petrolero, por su parte, encontró una economía más dinámica, pero con problemas similares a los de cuarenta años atrás. En relación al primer boom, en esta segunda etapa la economía creció a un ritmo menor, a pesar de que el precio del crudo, en términos reales, se duplicó. La era petrolera en Ecuador empezó de manera definitiva en 1972, cuando se inauguró el Sistema
Si bien durante la primera mitad del siglo XIX Latinoamérica recibió algunos inmigrantes, su número no fue significativo. Estos empezaron a llegar de forma masiva en las décadas de 1870 y 1880 , atraídos por la posibilidad de conseguir empleo y salarios más elevados que en sus países de origen. Ya en el siglo XX, las guerras llevaron a los europeos a buscar estabilidad en otras latitudes. Un rasgo que distingue a las migraciones hacia Iberoamérica durante este período es que nunca fueron libres (característica que marca una pronunciada diferencia con el período de las migraciones masivas inaugurado en la segunda mitad del siglo XIX). Tanto la corona española como la portuguesa procuraron siempre controlar y restringir el flujo migratorio hacia las Indias. Tras esta política yacía una noción “monopolista” sobre las colonias americanas: el establecimiento en ellas era un privilegio reservado a los súbditos del rey de España o Portugal; los extranjeros quedaban excluidos, aunque existía